Curtis Mosher, Eric Henderson and Michael McCloskey have developed a biomimetic tree that produces electricity when wind blows through its leaves.  (Christopher Gannon/Iowa State University)

Hace tiempo que la energía obtenida a partir de combustibles fósiles dejó de ser rentable además del daño irreparable para el planeta que estas conllevan. Pero a su vez, la sustitución de todas las instalaciones eléctricas dedicadas a la extracción de estos materiales por otras basadas en energías renovables suponen algunos problemas y entre ellos, que el coste inicial es bastante grande.

Es por eso que científicos de todo el mundo están centrando su trabajo en investigar nuevas formas de obtener energía a partir de los recursos renovables, como son el sol o el efecto del viento, pero que a la vez no supongan un gran mantenimiento y sean de tamaños y precios asequibles pudiendo obtener una gran cantidad de electricidad por un bajo coste.

Así pues, investigadores de la Iowa State University (Universidad Estatal de Iowa) en los Estados Unidos han descubierto que se puede simular el mecanismo y la estructura de una planta de manera artificial con el fin de obtener electricidad apta para el consumo de los humanos.

El experimento ha consistido en la creación de una máquina biotecnológica que imita a un álamo, con su tallo y sus hojas, cuyo funcionamiento se basa en el efecto piezoeléctrico: fenómeno que consiste en la obtención de energía a partir de la contracción o expansión de un material que es sometido a una tensión mecánica.

En este caso la tensión mecánica aplicada es el viento, que hace que las hojas del árbol artificial se muevan y funcionen de una manera parecida a los aerogeneradores o molinos que se encuentran en los campos de energía eólica, una de los principales métodos para obtener energías renovables que son respetuosas con el medio ambiente.

Para conseguirlo, los científicos han utilizado los últimos avances en mecánica y biología y más concretamente en biomimética, que es la ciencia que se encarga de imitar estructuras naturales mediante el empleo de artilugios creados por la mano del hombre.

Las hojas de estos árboles diseñadas en laboratorio están formadas por una multitud de láminas de plástico flexible que oscilan, gracias a la fuerza del viento, de manera regular. Aunque, en el lado negativo, el diseño es demasiado grande, un poco tosco y se diferencia bastante de un árbol de verdad; es sólo un prototipo, y se está trabajando para mejorarlo hasta conseguir modelos más realistas y pequeños que se puedan transportar con facilidad.